Por Marcos Ros-Martín
Actualmente, cualquier objeto que nos podamos imaginar puede realizar una fotografía. Una de las «terribles» consecuencias de la fotografía digital es que cualquier dispositivo electrónico es capaz de realizar una fotografía provocando una nueva horizontalización de la captura de instantáneas. Por ejemplo, un ordenador portátil, un teléfono móvil, una tableta digital son objetos hacia donde las cámaras (o los sensores de captura de imagen) se han expandido con previsibles pero no siempre satisfactorios resultados. Si anteriormente no importaba en exceso el resultado de los pocos megapíxeles que los sensores podían registrar, si no la comodidad de poder realizar la instantánea en cualquier momento, hoy en día se le añade un plus: Que el volumen de megapíxeles sea importante y que la fotografía sea tratable a modo de laboratorios químicos móviles.
Los denominados “Filtros”, popularizados sobre todo por el programa Instagram del iPhone, son una evolución natural del casi olvidado y demodé HDR (High Dinamic Range). Si este último proceso buscaba la obtención de la mayor cantidad de colores (rango dinámico) para una escena, en ocasiones con desastrosos resultados, Instagram (y sus sucedáneos) busca el impacto visual pervirtiendo la fotografía dándoles dominantes verdes, sepias o simplemente añadiendo un marco como si de un negativo se tratase.
Como en el caso del HDR, no importa la composición ni el motivo retratado, una fotografía mediocre puede ser catapultada hacia el éxito social con sólo hacerla atractiva visualmente mediante estos procesos, sin embargo, el efecto es efímero. Por supuesto que no debemos equivocarnos, los filtros, los colores extremos, la desvirtualización de los colores son recursos ya utilizados antaño, pero siempre disponen de un poso estético, un aire de querer contar una historia, algo que con Instagram o distintos filtros tan sólo no puede obtenerse sin cierto criterio estético tan complejo de obtener en ocasiones.
Estas modas parecen condenar a muchos nuevos fotógrafos hacia la Fotografía obsolescente, fruto de un momento muy concreto de la Sociedad que sin embargo no les ayudará a encontrar lo que realmente buscan, si es que realmente lo están buscando.