Madrid, 25 de mayo de 2013 − Marcos Ros-Martín
Ya se nos advierte desde un principio en la charla mantenida en las instalaciones de la academia fotográfica EFTI que el título ya parte desde un precepto engañoso. En primer lugar porque “nuevo” hay poco, aunque se utilice el adjetivo de “nueva” en el sentido de retomada, de volver a revisitar aquello que en un tiempo se dejó apartado pero que se trata de recuperar. El segundo término engañoso es “Narración”, puesto que la fotografía, según Momeñe, necesita de elementos accesorios para ser descrita y otorgarle cierta narración.
Una fotografía tiene una mirada miope que le cuesta contar cosas. Un buen fotógrafo es consciente de ello y trata de darle ciertos apoyos a su narración fotográfica. Si tomamos la fotografía de Roger Fenton, “El valle de la sombra de la muerte”, sin contexto no sabríamos que hacer con ella. Ya que sólo el título trata de darle soporte, un apoyo para que seamos conscientes de su peso. Si añadimos que se trata de una fotografía de 1855 y que se trata de la Guerra de Crimea podremos entender la ausencia de personas. Sin embargo, sólo la imagen ya dispone de suficientes elementos para conducirnos a ciertas conclusiones.
Pero, ¿qué significa hacer una buena fotografía? Podríamos considerar que se hace fotografía para que la gente vea lo que sucede en el mundo, para tratar de expresar algo que sólo es posible hacer a través de la fotografía. La fotografía de Fenton es un vacío que trata de interactuar con su espectador, que nos traslada a un lugar específico dentro de una expresión estética. Esto es esencial para Momeñe, puesto que es el fotógrafo el creador de esa expresión estética y el resto, la información posterior, el contexto. Sin embargo, las intenciones de Fenton son meramente documentales, no artísticas aunque esa expresión que contienen sus imágenes sirvan de apoyo a otros.
Así, Paul Searwright rehace la lectura de Fenton a través de los cascos de las piezas de artillería de la Guerra de Afganistán. Puede que se trate de una visión actualizada de la fotografía de Fenton, tratando de leerla, interpretando su tono, su melodía. Un documentalismo que en silencio contempla el pasado.
Para Momeñe, el documentalismo contemporáneo tiene la obligación moral de crear estructuras internas en la fotografía. Lo importante es que la infraestructura de la imagen sea consistente, que la narración interna de la imagen sea capaz de llevarnos a otros niveles más allá de su estructura formal. De lo contrario, sería como escribir una novela con palabras feas.
La fotografía no es un medio narrativo, es descriptivo. No interesa el atardecer, todos los días podemos contemplar uno, sólo se espera que la imagen sea capaz de crear un dato visual por sí misma que sea capaz de empujar a mi mente a andar. Por ejemplo, las fotografía de Diane Arbus poseen una estructura interna muy fuerte. Cada eslabón de su cadena es tan fuerte que no es necesario un texto.