Por Marcos Ros
Fnac Callao, Madrid – 11 de octubre a 14 de noviembre de 2016
Desde un puente situado en la autopista que conecta la ciudad de mexicana de Nuevo Laredo con Monterrey, a primera hora de la mañana, el fotógrafo Alejandro Cartagena realizaba fotografías a los coches que por allí pasaban desde un plano completamente cenital. En concreto, a Cartagena, le interesaba un tipo de vehículo muy específico las pickups trucks que transportaban a trabajadores albañiles, jardineros, jornaleros hasta sus destinos del día.
Carpoolers es un proyecto sencillo en cuanto a composición. Se trata el mismo plano, el mismo punto de la carretera, pero que sirve a su autor para denunciar una realidad que no se ve. Cartagena ejerce de voyeur para denunciar una realidad social que está a la vista de todos pero que pasa completamente desapercibida. En esto, la exposición acierta en su concepto. En vez de ofrecer cada fotografía como un ente aislados, Cartagena les da continuidad, permitiendo que la siguiente fotografía se encuentre presente en la previa, como mostrando desde el rabillo del ojo qué va a venir a continuación, invitando al visitante a tratar de seguir ejercitándose como voyeur también, otorgando un discurso atronador al conjunto.
La realidad que expone Cartagena, además de la inseguridad del transporte por carretera a través de este método, es la realidad social de un país. Los cajones traseros de este tipo de furgonetas, parecen estar compuestos por el propio autor, jugando con ciertos elementos aleatorios, pero que sin embargo son totalmente reales. Cartagena muestra cuerpos cansados, que duermen bajo mantas y ropas desgastadas y sucias.
Algunos viajeros sonríen a la cámara, cómplices del juego del fotógrafo, otros simplemente dormitan encajonados, como si se encontrasen dentro de un juego macabro y viajasen en un ataúd gigante; en otras, la camioneta va tan a rebosar que simplemente mantienen la cabeza gacha, sentados entre trastos y herramientas. Algunas veces, no hay un rostro identificable, ni figura humana, debemos adivinarla entre los desperdicios y la aparente basura que se encuentra en la pickup; a veces nos encontramos con la misma furgoneta pero con otros actores, con otras disposiciones. En ocasiones, nos los encontramos en las mismas posiciones, con los brazos y las piernas cruzados y dispuestos de la misma forma como si se tratase de cuerpos manufacturados dispuestos a ser extraídos, explotados por un capitalismo voraz y despersonalizado.