“Everybody street” de Cheryl Dunn [Reseña]

Por Marcos Ros

Everybody StreetCon una cantidad creciente de aficionados a la fotografía inundando las calles de sus ciudades, el género de la fotografía callejera (o street photography) bien necesitaba de un relato honesto. Desde luego que el marco elegido para desarrollarlo no podría tener un mejor escenario que la ciudad de Nueva York, la ciudad que se declara como la ciudad que nunca duerme. Sin embargo, el documental no incide en exceso en el origen de la disciplina ya que es un documental sobre fotógrafos y sobre Fotografía, dejando esas disquisiciones a los estudiosos, curators y críticos de fotografía.

Joel Meyerowitz como maestro de ceremonias no entra en ello, trata de realizar una composición de lugar del porqué tanta gente sale a fotografiar a las calles, del porqué comenzó él. Pero eso será todo. Ninguno más de los fotógrafos creerá necesario incidir sobre ello, puede ser que no lo sea tampoco. Sin embargo, el documental se atreve con todos los aspectos de la fotografía de calle y que trae de cabeza a muchos foros. El debate sobre la fotografía química o digital se despacha con ansiedad (no habría suficientes discos duros y copias de seguridad para sentirme tranquilo afirma Jeff Mermelstein) y con una afirmación rotunda del propio Meyerowitz asegurando que lo digital parece todo demasiado similar, aunque asegura que lo normal es que las figuras emergentes provengan de ese mundo. Por supuesto que casi todos hacen gala de Leicas, fundamentalmente analógicas.

También hay un hueco para el debate del posado y de la denominada candid photography o robados. Jamel Shabazz asegura que se le ha criticado por pedir a sus fotografiados permiso antes de dispararles, que sus fotografía son demasiado posadas. Boogie también nos recuerda que consiguió sus fotografías más espectaculares gracias a que una banda quería retratarse con sus pistolas. Un posado, de nuevo. De este modo, se nos recuerda y también lo hacen algunos de los fotógrafos en el propio documental, que pedir permiso es una de las condiciones sine qua non para poder trabajar a posteriori.

Pero la cinta también cae en el laconismo en ocasiones. El documental parece hacer referencia a un pasado mejor. No aparecen nuevas figuras emergentes y todos ellos son fotógrafos ya asentados. Mermelstein afirma que cada vez son menos los que salen a la calle a hacer fotografía callejera, mientras que Jill Freedman no pierde la ocasión de criticar que entonces (a principios de los años 80 cuando desarrolla un proyecto sobre la policía de Nueva York) había policías de verdad no como los de ahora como si aquello no pudiese volver.

Tras el visionado del documental, uno considera que la street photography que se sucede de forma interminable en los foros de Internet, no es la que realmente se muestra y a la que aquí se rinde homenaje. Bruce Gilden afirma que afortunadamente no hay cuarenta más como él en las calles porque seguramente la actividad simplemente se habría prohibido desde hacía tiempo. Puede que tenga razón, de hecho le creo, pero lo que al final trasciende es que la street photography tiene que huir de los formalismos y de los corsés, puesto que hay tantas ciudades como cámaras dispuestas a captar su latido.

Everybody Street puede verse mediante pago por alquiler mediante la plataforma Vimeo o en DVD.

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